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En 2018 creamos nuestro primer show de estas características tan específicas. Con mucha experiencia previa en musicales con un argumento y una trama, con canciones que surgen de la propia trama y la desarrollan, etc., con estos espectáculos de 2018 y 2019 hacemos nuestras primeras creaciones en las que el baile, la música y las canciones se suceden de una forma mucho más directa.
Aún así, todo queda integrado con una coherencia del conjunto y en la narrativa del espectáculo.
Desde siempre, nos ha fascinado el imaginario creativo de Julio Verne así como el de H.G. Wells. La isla misteriosa, La vuelta al mundo en ochenta días o La máquina del tiempo entre otras obras, con aquellos viajeros-aventureros, su universo de maquinarias fantásticas, su estética victoriana… colmaron nuestra imaginación de niños.
Evidentemente, no somos únicos en esta fascinación. Al contrario, es tanta que provocó todo el movimiento artístico y socio-cultural llamado steampunk, que recrea las estéticas derivadas de algunas de las obras de estos autores, llevándolas a un terreno retro-futurista. Llevábamos mucho tiempo queriendo aplicar este universo en alguna de nuestras creaciones. Y Una nueva vuelta al mundo se nos desveló directamente, sin más, como reclamándonos.
En un futuro de estética retrofuturista, un grupo de viajeros inventan una máquina para viajar de un lugar a otro en segundos. Es el sueño, reiterativo en la literatura y el cine de ficción científica, de la “teletransportación”.
La idea inicial en el show de la máquina en forma de círculo en el que se adentra el viajero remite al concepto de círculo como elemento “mágico” de protección o de comunicación, en un ámbito ritual o festivo. Como el monumento megalítico de Stonehenge y tantos otros con esta forma. Nuestra “máquina para viajar” remite a estas construcciones, pasada por el tamiz de la obsesión del retrofuturismopor las maquinarias de engranajes, ruedas, etc.
Esta “máquina para viajar” constituye nuestro potente elemento escenográfico, que nos permite, gracias a sus amplias posibilidades de movimiento, crear distintas configuraciones que dan mucho juego a la composición escénica y a los juegos que los actores bailarines podían desarrollar.
Igualmente, como elemento casi escultórico que es, tenía muchas posibilidades de juego con la iluminación, que fueron bien aprovechadas por Ana Sosa en su diseño de luces.
A la hora de concebir estas composiciones únicamente nos limitó la amplitud del ángulo de disposición de los espectadores en el espacio para el que se concibió este show. Un ángulo de casi 180º que complica mucho la puesta en escena.
No obstante, el objetivo era lograr un espectáculo dinámico, desenfadado, tremendamente visual y lleno de ritmo.
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